Se podría decir que en 1947 la URSS consiguió contar con un nuevo... ¡mar en su mapa! La creación del embalse de Ribinsk (conocido popularmente como el “mar de Ribinsk”) fue parte de un proyecto soviético a gran escala llamado “el Gran Volga”. Su propósito era reconstruir las vías navegables interiores y conectar los mares Blanco, Báltico, Caspio, de Azov y Negro a través de canales y grandes embalses. En los planes de los ingenieros soviéticos se suponía que se crearían toda una serie de nuevos embalses, de entre los cuales el de Ribinsk, con su superficie de más de 4.500 kilómetros cuadrados, se convertiría en “el mayor lago artificial del mundo”.
El gobierno soviético decidió que la construcción de este embalse, que comenzó en 1935, se llevaría a cabo con la mano de obra más barata disponible: convictos. Con este fin, un nuevo campo de trabajo, Volgolag, fue construido rápidamente en el pueblo de Perebori, no lejos de Ribinsk.
A los prisioneros se les encargó la construcción de cuatro gigantescas presas, de más de 7 km de largo y hasta 35 metros de altura, a través de los ríos Volga y Sheksna. En el Volga, también se construyeron esclusas para el paso de los barcos, y en el Sheksna, una central eléctrica. Además, los prisioneros tuvieron que levantar vías de ferrocarriles y puentes, limpiar bosques de la llanura inundable y evacuar a los residentes locales cuyas aldeas iban a ser inundadas.
El 13 de abril de 1941, la inundación típica de primavera comenzó a llenar el embalse.
Mientras tanto, la construcción de la central hidroeléctrica aún no tenía finalizado. La construcción se vio ralentizada por la Segunda Guerra Mundial. Con el comienzo de la guerra, las condiciones de vida y la comida de los prisioneros se deterioraron de forma dramática: ya en 1942, uno de cada cuatro prisioneros del Volgolag había muerto.
Sin embargo, el 18 de noviembre de 1941, la central hidroeléctrica de Ribinsk produjo por primera vez electricidad. Ese día, se puso en marcha el primer generador hidroeléctrico, de los seis previstos. Estaba protegido de la nieve y la lluvia por una tienda de lona.
Los alemanes, mientras bombardeaban Ribinsk, no lanzaron ni sola bomba sobre la central: sus tropas exploradoras simplemente no creyeron que una central eléctrica pudiera funcionar en tales condiciones. Y sin embargo, en aquel momento, la central hidroeléctrica de Ribinsk ya era la principal proveedora de electricidad de Moscú.
Con el tiempo, el número de unidades de energía aumentó, se construyeron las paredes y el techo, y en 1955 la central fue completada, mientras que Volgolag fue cerrado.
Durante los años en que existió Volgolag, unas 600.000 personas pasaron por este campo. Uno de cada cinco de sus reclusos eran prisioneros políticos. Como en muchos otros campos de Stalin, había muchas personas talentosas entre sus internos.
Una de ellas era Natalia Sats, la primera directora de ópera del mundo, fundadora de seis teatros infantiles, ensayista y profesora. Fue condenada como “miembro de la familia de un traidor a la patria”, su marido, un ardiente patriota de su país.
Un retrato de Natalya Sats
Vladimir Viátkin/SputnikLas pruebas que tuvo que soportar le volvieron el pelo gris a la edad de 34 años. Varias veces durante sus años en el campo, se debatió entre la vida y la muerte. En sus memorias, Sats recordó que los campos cerca de Ribinsk contenían principalmente personas condenadas por infracciones disciplinarias, por ejemplo, dependientes de tiendas que engañaban a sus clientes.
Otra reclusa de Volgolag era la poetisa y traductora Anna Radlova. Estaba cumpliendo una condena allí junto con su marido, el director de teatro Serguéi Radlov. La pareja había sido declarada culpable de traición y sentenciada a 10 años de trabajo en los campos. En Volgolag, Serguéi Radlov dirigía un teatro de aficionados, mientras Anna daba lecciones de locución. Después de varios años en el campo, ella murió de un derrame cerebral.
Un retrato de Anna Radlova
Vladímir Viátkin/SputnikEl legendario escritor, ganador del premio Nobel Alexánder Solzhenitsyn también tenía una conexión con Volgolag. Después de su sentencia de 1945, pasó casi un año en una prisión de tránsito allí, trabajando en una oficina de diseño en una planta de motores de aviones. Solzhenitsyn describió el lugar en su novela Archipiélago Gulag.
Un retrato Alexánder Solzhenitsyn
Vladímir Viátkin/SputnikVolgolag fue clausurado en el verano de 1953, pero mucho de su historia sigue siendo desconocida aún. En el lugar que ocupaba antes el campo se ha colocado una piedra angular para recordar a sus prisioneros.
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